La tarjeta gráfica es la encargada de convertir la información que se recibe en imágenes que se visualizan en pantalla, y en el caso de las soluciones 3D actuales también es la que saca adelante las cargas de trabajo de juegos y entornos desarrollados para aprovechar su alta potencia de proceso en paralelo.
Comprar la más cara. Todo depende de para qué se quiera el equipo, como lo explica TecnoNews a continuación, y también de la resolución y ajustes a los que se quiera jugar:
Equipos para ofimática, multimedia y juego ligero: en estos casos basta con la solución integrada que traiga el procesador, ya que tanto las soluciones de AMD como las de Intel han mejorado mucho y permiten incluso mover juegos en resoluciones 720p y calidades medias-bajas. Por tanto no vale la pena invertir en una tarjeta gráfica dedicada.
Equipos para juego intensivo: en estos casos la tarjeta gráfica juega un papel clave. Si se va a jugar en resoluciones 900p o inferiores con una solución de gama media baja es suficiente (GTX 750 TI o R7 260X), por contra si se tiene pensado jugar en 1080p lo mínimo recomendable es una RX 460 o una GTX 950. Si se quiere jugar en 1080p al máximo y fluidez total se debe apuntar a una GTX 970 o una RX 470, y si piensas subir a 1440p lo mínimo debería ser una GTX 980 o una RX 480. Finalmente para resoluciones 2160p se debe ir a por una GTX 1070 o una Radeon Fury X.
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